EXPOSICIÓN TEMPORAL

Cartografías silenciadas. Espacios de represión franquista.

2011-02-25 - 2011-06-12

Presentación

En esta exposición, su autora Ana Teresa Ortega nos presenta los resultados de un trabajo donde, a la capacidad y la fuerza artística que caracterizan su obra, se une ahora una exhaustiva investigación en diversos archivos en busca de las huellas gráficas de los espacios y edificios que se convirtieron en lugares de represión y encarcelamiento en manos del franquismo durante décadas. Investigaciones, por cierto, que en esta exposición ponen de relieve la vertiente documental que tiene la imágen fotográfica.

Tiempo de un pasado todavía presente, pasado de una memoria que se resiste a desaparecer, ausencias dolorosas que han dejado huellas duraderas no sólo en el recuerdo sino también en los espacios donde se produjeron. Todo esto es lo que recoge la autora en esta exposición.

Ésta es la apariencia tranquila que muestran hoy, setenta años después, los espacios que en su día sirvieron de emplazamiento para los campos de concentración franquistas. Son lugares silenciosos, como si no hubiera en ellos ningún terrible secreto que ocultar. Y bien pudiera ser, porque allí el horror ocurrió a la vista de todos, a plena luz y minuto a minuto, demorándose a lo largo de días, semanas, meses, años… No fue la suya la irrupción repentina de algo monstruoso que asoma por alguna boca insospechada de la noche más profunda, fue la lenta aplicación de un plan de administración total sobre la vida y la muerte. Comenzaron a existir a partir del otoño del 36, conforme fue quedando claro que lo que debía haber sido un golpe de Estado se había convertido irremediablemente en una guerra civil.

Llegaron a existir de muchos tipos, y por ellos pasaron cientos de miles de personas. Los hubo que duraron apenas unos días, como el de Los Almendros, en Alicante. Otros pervivieron hasta mucho más allá de concluida la guerra, como el de Miranda de Ebro, que acabó siendo utilizado para concentrar a los refugiados que huían de la ocupación nazi, uniendo así su destino al de los campos de la segunda guerra mundial. Hubo campos de evacuación, lazaretos, campos de clasificación y campos para prisioneros clasificados de “afectos dudosos” y “desafectos sin responsabilidades criminales”, campos para presos internacionales, para inválidos, hubo incluso un proyecto de campo para menores de edad, y se dice también que en algunos casos debe hablarse de “campos de exterminio”.

Nada de ello es secreto, el registro de los sucesos que allí tuvieron lugar se conserva, en su detalle menudo, en miles de legajos administrativos depositados en archivos o en almacenes a la espera aún de una clasificación.

En silencio, también.

 

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